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Juego y desarrollo emocional en la infancia

Paz Alconada Escudero

 

            La manera de ejercitar la inteligencia en el bebé, de asimilar las experiencias, de aprender, es a través del juego.

            El juego es la actividad en la que se van a reunir las distintas áreas del funcionamiento psíquico y corporal, ejercitando conjuntamente el área motriz, el área cognitiva y el área emocional.

            El primer juguete del bebé es su propio cuerpo: se chupa el puño y los pies con gran placer y esto le permite, a la vez, ir construyendo los límites corporales, conocer lo que pertenece al interior o al exterior de su persona.

            Entre los primeros juegos relacionales está el  “cucú” (ocultarse y aparecer). Este sencillo juego le va a permitir al niño ir construyendo la idea de que, aunque las cosas no se vean, no por ello dejan de existir y, a la vez, ir dominando la ansiedad de separación.

            Cuando el bebé crece es común que desarrolle un apego especial por un objeto determinado al que suele ponerle un nombre. Los objetos pueden ser muy variados: un osito de peluche, un trozo de tela o lana, etc. Lo que suele ser determinante es su textura y su olor, sobre todo éste último. El niño necesita que este objeto esté siempre a su alcance. Si los padres comprenden que esos objetos de transición son signos de crecimiento saludable no se avergonzarán de llevarlos a todas partes y harán lo posible para evitar su pérdida.

            Los niños juegan de diversas formas, dependiendo de su personalidad y de sus capacidades o intereses personales; pero principalmente, el juego se presenta de acuerdo a una serie de etapas.Empatía

            A los niños de  2 a 3 años les gusta jugar en compañía de otros pero aún no interactúan completamente con ellos. Más tarde, el niño juega con otros compañeros pero cada uno le da un uso diferente, no hay roles específicos para cada niño, es lo que se denomina juego asociativo. El juego cooperativo se produce en torno a los 4 o 5 años,  el niño ya interactúa completamente con los demás, de manera más organizada, asumiendo roles para obtener un producto o cumplir una meta.

            Conforme el niño evoluciona, el juego se hace más complejo, con temas más imaginarios, con reglas y detalles más estructurados.

            En su desarrollo cognitivo, al jugar, el niño aprende y estimula sus capacidades de pensamiento como la atención y la memoria. El juego permite que el niño haga uso de su creatividad, desarrolle su imaginación y posibilita el aprendizaje significativo.

            El juego es imprescindible para su desarrollo socioemocional, ya que le facilita expresar sus emociones y aliviar tensiones. Es un medio que le permite socializar ya que entra en contacto con otros niños y con los adultos, aprendiendo a respetar normas de convivencia y a conocer el mundo que lo rodea. Cumple un rol muy importante en el desarrollo de su personalidad.

            Jugar es aprender a ser y aprender a vivir.

Paz Alconada es Psicóloga y Coordinadora del equipo de Atención Temprana en CAIS