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Ayuda a tu peque a empezar a hablar

Diana Martínez Carracedo

 

            El lenguaje es un aprendizaje más y como tal se incluye en el proceso evolutivo del niño o niña, sin posibilidad de ser forzado. No obstante, como padre o madre, puedes animar y estimular el lenguaje y será favorable para su proceso.

            A los 3 años de edad, el vocabulario de un niño o niña es de entre 900 y 1.200 palabras, que son combinadas para la formación de oraciones compuestas y cada vez más complejas. Hasta llegar a este punto, hay un largo camino que recorrer, en el cual tu papel como madre o padre es fundamental.

Etapa prelingüística y etapa verbal

            En la evolución del lenguaje existen dos etapas bien diferenciadas, la prelingüística, que termina en torno a los dos años de edad y la verbal, que comienza a partir de este momento.

            El desarrollo del inicio del lenguaje en estas etapas será crítico puesto que la plasticidad del cerebro disminuye según avanza la edad y lo aprendido en los llamados períodos críticos será fundamentales para los próximos aprendizajes que se adquieran.

            A través del lenguaje el niño o la niña concibe lo que se espera de él o ella, y lo que debe esperar de los otros. Además, el habla favorece la adecuación del comportamiento a las situaciones de acuerdo a los referentes con los que se genera la comunicación, por lo cual favorece la formación de los primeros valores y opiniones.

Motívalo

            Los niños aprenden a hablar cuando están rodeados de personas que les hablan, por tanto, la estimulación al habla es tan sencilla como tratar de mantener conversaciones sencillas. El aprendizaje del habla será más rápido y eficaz a mayor grado de motivación de los padres y madres.

            Un entorno óptimo en el que los adultos se relacionan y se comunican con los pequeños favorece los pasos del proceso y, lo contrario, ralentiza el aprendizaje.

Afectividad, un complemento fundamental

            El afecto es clave a la hora de dirigirnos al pequeño, para generar un vínculo sano y favorecer un apego seguro, que le haga sentir querido y protegido al proyecto de persona que todavía es nuestro hijo o hija. Para todo ello, nuestra mejor herramienta es la voz.

¿Y tú, cómo ayudas a tu peque a aprender a hablar?

Diana Martínez es Trabajadora Social